Los estudiantes regresan a casa con un sentido renovado de comunidad y una mayor conexión con su fe, además de herramientas para enfrentar desafíos personales y académicos.
Los padres se sienten más apoyados y capacitados para afrontar los retos de la crianza, y desarrollan un sentido de comunidad que les ayuda a compartir sus inquietudes y alegrías.
Los participantes experimentan una conexión más profunda con su fe, al tiempo que se sienten motivados a integrar los principios agustinianos en su vida cotidiana.
Los asistentes obtienen una mejor comprensión del pensamiento agustiniano y cómo puede influir en su vida espiritual y moral.
Los estudiantes desarrollan una base sólida en su fe, lo que les permite crecer espiritualmente y participar activamente en la vida de la iglesia.
Los padres se sienten empoderados para ser líderes espirituales en su hogar, lo que fortalece la fe familiar y el sentido de comunidad en la iglesia.